QUEREMOS SABER...

miércoles, 31 de octubre de 2007

Dicen que un buen oido es una característica muy apreciada por las mujeres. Un hombre que las sepa escuchar (y digo que realmente las escuche y no que ponga cara de que está escuchando, repitiendo un "ya" de vez en cuando, mientras piensa en otra cosa), tiene un buen trecho ganado simplemente porque hoy la gente no se da el tiempo de oirse. Pero no basta con escuchar y tener la respuesta perfecta para todo. Ya dijo alguien por ahí que lo verdaderamente interesante no es tener la respuesta correcta, sino saber hacer la pregunta indicada.

Y como aquí queremos mimarlas, qué mejor que hacerles esas preguntas indicadas. El Club del Tío Juanito se empeñará en la construcción de un cuestionario para que sea respondido por nuestros objetos de adoración. Así que la misión es la siguiente, construir dicho cuestionario, que será respondido por las féminas elegidas, entre las cuales de seguro estarán quienes tienen el buen hábito de visitarnos.

Señora, señorita ¿qué quiere que le preguntemos? Díganos esa pregunta que nadie le hace y que quiere que le hagan. Mande, que estamos para hacerla feliz.

por TJ Ferrari.

UN EXQUISITO TEMA DE CONVERSACIÓN

domingo, 28 de octubre de 2007

Hace poco tenía la clásica conversación aburrida - entretenida sobre cuál es la chica más bonita de este país, conocida y mediática, claro. Obviamente aparecían clasificando las hermanas Prieto (más Angela que María José, aunque un mortal como uno no puede discriminar si se produce el milagro y cualquiera de las dos tocara tu puerta o te llamara por teléfono); también estaba Francisca Benedetti, esa modelo de rostro boticelliano, quizás la cara más ansiolítica del país, como que hace bien mirarla; pasamos por Carolina Parsons, olímpica para algunos por lo inalcanzable y magnífica; Leonor Varela, de la cual ya hablamos con fuego en este blog, etc., etc., etc.

N. del A.: Es mentira aquello de que el fútbol es el deporte más popular entre los hombres. Mentira. El deporte favorito de nosotros es hablar de mujeres.

Y así nos dimos un festín desnudo acariciándolas con palabras, reparando en detalles como los hombros, el cuello, su cabello, las piernas, sus traseros, sus ojos, sus manos, sus miradas, sus sonrisas. Y en este punto uno de mis amigos declaró, iluminándose, que cada vez se enamoraba más de Nathalie Nicloux. Y todos empezamos a decir lo mismo de la chica del Club de la Comedia (wiki). Que Nathalie Nicloux era lejos lo más exótico que habíamos visto en la televisión chilena hace años. Boca hermosa, única, de esas bocas que hacen gestos especiales; ojos negros achinados, espalda bellísima, buen porte, buenas clavículas, lindo pelo, sensualidad subrepticia, y por sobre todo, POR SOBRE TODO, una risa espontánea que todo hombre con los pies en la tierra admiraría.

Entonces pasamos a la etapa B de Babosos, que es cuando un grupo de hombres empieza a idealizar rasgos como "sencillez", "simpatía", "dulzura", es que sin darnos cuenta estamos enamorados. No sabemos bien por qué ni cuándo sucedió, pero Nathalie Nicloux calladita y muy sencillita se metió en tierra derecha y se volvió un exquisito tema de conversación.

Todo es muy fácil y simple en esta vida: cuando una mujer te hace reír, tiene el toro por las astas, el sartén por el mango, al ejecutivo de la corbata, al elefante de la trompa.

Creo que llamaré a Chilevisión alegando que no tienen fotos de ella para bajar, y las que tienen, están en flash. Malditos egoístas. Sólo puede bajar ésta. Y no basta. ¿Será la mano de guagua de Piñera? - foto_regina falangi

por TJ Sanfeliu.

N. de los TJs.: Si Usted es la piropeada en este post, alégrese. Los integrantes del Club del Tío Juanito tienen muchos defectos, pero el buen gusto es una de sus más claras virtudes.

MIRADAS Y SONRISAS QUE MATAN, ¿O MUESTRAN VIDA?

miércoles, 24 de octubre de 2007

Hace un tiempo una amiga me preguntó acerca de qué era lo primero en que me fijo cuando miro a una mujer. Frente a mi respuesta me miró con algo de incredulidad como si mis palabras tuvieran por fin causar una buena impresión, ocultando algún otro fetichismo o fijación inconfesada con alguna parte carnal del cuerpo femenino. Mi respuesta sólo fue aceptada después de una explicación.

Lo que dije fue: “la mirada y la sonrisa”. Es cierto que el cuerpo femenino es hermoso y que a nosotros las curvas nos cautivan despertando algún primitivo núcleo del sistema nervioso, pero probablemente nada es capaz de fascinarme tanto como una bella sonrisa o una mirada penetrante.

Cuando se trata de mujeres me importan en demasía las primeras impresiones y en esas primeras miradas o contactos, es a través de la mirada y la sonrisa que uno adivina algo más allá de lo superficial en una mujer. Neruda decía que los ojos son los espejos del alma y creo saber a qué se refería. Una mirada acompañada de la expresividad de la boca y los labios te puede mostrar indiferencia, interés, seducción y toda clase de emociones, pero al mismo tiempo refleja algo más profundo. Unos ojos pueden expresar bondad, transparencia y hablarte de quién está al frente. Es como la diferencia entre ver a una mujer en una foto y conocerla en persona. En la foto puede tener bellas facciones o un cuerpo atractivo, pero son todos aquellos detalles expresivos como los pequeños movimientos, la forma en que te miran cuando hablan contigo, los gestos con que te escuchan, el modo en que pueden jugar con su pelo o la forma en que sonríen lo que hace la diferencia y me pueden llevar a perder la cabeza por alguien. Es tanto por la gracia y belleza femenina de esos gestos como por todo lo que inconscientemente y a través del lenguaje no verbal logran transmitir.

No sé si es una sensación común para la mayoría, pero amo como algunas mujeres son capaces de mirarme fijamente en una conversación y sentir que se deshacen todas mis defensas como si miraran a través de mis propios ojos con ternura o decisión, haciéndome sentir desnudo y vulnerable.

No deja de ser curioso que aunque estemos bombardeados por una cultura televisiva y mediática de estereotipos de belleza sean, al final, esos pequeños detalles intangibles los que definitivamente nos seduzcan. - foto_completosinmallo

Por TJ Malandre.

MITOS Y LEYENDAS

lunes, 22 de octubre de 2007

N. del E. Según conversaba con un par de amigas el fin de semana, esta columna estaría completamente fuera de lugar, que los tiempos han cambiado y que por lo tanto, poco de lo que aquí se dice tendría validez en los tiempos que corren. Como no me consta -por experiencia propia- me atrevo a postearlo, aunque suene decimonónico.

La tradición indica que es el hombre el que da el primer paso. Si bien es la mujer la que finalmente elige, es uno quien está a cargo de la iniciativa. Ahí, cual galán y en su particular estilo, el macho ejecuta su rito de conquista a través del que intentará seducir a su objeto de deseo.

Por otra parte, el mito enseña que la mujer no es quien debe tomar la delantera en estas lides, so pena de ser tenida por desesperada o derechamente fácil. El vulgo acepta sin protesta la idea de que la mujer debe limitar su actuar a aprobar o desechar, según la dirección a que apunte el pulgar, al ejemplar que la intenta conquistar.

Y así, a punta de tradiciones machistas y mitos bultosos, los hombres a pesar de vivir en pleno siglo xxi están prácticamente sentenciados a ser los proactivos de la historia, relegando injustamente a la mujer al hábito paciente y contemplativo. Al parecer, algo que llaman instinto de mantención de la especie -tan falso como el cuco-, se encargaría de seleccionar naturalmente a los machos recios, pintosos o poco acomplejados que caminan entre la multitud femenina con la mira puesta en la chica guapa que lo miró de reojo, mientras esa misma discriminación endógena se encarga de apartar a los más timidones o poco agraciados, condenados a la amiga de aquella que, si bien no gusta tanto pero es simpática y mal que mal le han repetido hasta el cansancio que el amor lo puede todo.

En principio, a la mujer pareciera acomodarle este “estado de cosas”. Sentarse a esperar ser abordada para sin arrugarse desdeñar o asentir suavemente parece fácil, sin embargo, de a poco, muchas señoritas han comenzado a dejar de interesarse por el galán de camisa desabotonada, para empezar a fijarse en el amigo callado y de lentes con marco que habla relajado sobre cosas bastante más interesantes, pero no hay caso. Por más que ella le hace notar su interés, él parece no percatarse y la ira comienza a apoderarse de ellas al punto que añoran al galán que simplemente las toma y las besa a lo Corín Tellado, pura pasión que embriaga, claro, hasta que al galán se le ocurre repetir la escena no precisamente con ellas, quienes sólo terminan haciéndose acreedoras de sendos cuernos y rebuscadas conclusiones. ¿Qué hacer?

Lanzarse. A los hombres les encanta el cine por esencia. Sea porque ahí vemos todo lo que nos gustaría que nos pasara, o porque en las películas no pasa nada de lo que vivimos a diario. Sea por inspiración o evasión el hombre disfruta de las películas. Y nada más cinematográfico que el que una mujer se te acerque con aquella intención, se te insinúe de tal manera que estés obligado a preguntarte si te están mirando a ti, para que aún no convencido y sin las agallas suficientes para acercarte, sea ella quien te aborde y comience una conversación ahí donde no tenía por qué haberla. Si eso no es química, no sé cómo pasé ese curso.

Fuera con las tradiciones y los mitos. Los tiempos son otros y si en las Cumbres Presidenciales abundan, es sólo una muestra más de que ellas realmente se tomaron el poder. A demostrarlo. - foto_completosinmallo

por TJ Ferrari.

LO QUE QUIERO

jueves, 18 de octubre de 2007

N. del E.:Porque los TJ también lloran, aunque prefieren reir, y acompañados.

(basado en una pérdida amorosa)

Te quiero. Quiero quererte. Quiero que me quieras. Quiero que quieras quererme.
Te quiero en mi vida. Quiero caminar contigo. No importa si es de la mano o no. Quiero llegar a tí, saberte, aprehenderte, aprenderte.
Quiero que mis defectos y errores no me impidan quererte. Quiero que no te impidan quererme.
Quiero dejar de llorar por las mismas cosas. Quiero destruir mi autodestrucción.
Quiero crearme y recrearme, reinventarme y tomar sol junto a tí algunas de estas tardes.
Quiero que estés a mi lado, arriba mío, adentro, alrededor y en el centro.
Quiero reír, gritar, pasear, hablar, vivir, respirar, dibujar, volar, cantar y soñar con, para y por tí. Quiero ganarme el Kino. Quiero que te ganes el Kino. Quiero que sigas conmigo cuando ganes el Kino.
Quiero construir. Quiero crecer y que crezcas.
Quiero ser yo mismo. Quiero que seas tú misma. Quiero que seamos dos y ser nosotros.
No quiero en absoluto que me seas fiel y no quiero serte fiel. Quiero que los dos seamos fieles a lo nuestro.
Quiero sorprenderme, sorprenderte, asombrarte, que te sorprendas, me sorprendas y me asombres.
Quiero que me conozcas y me reconozcas. Quiero tomar un helado, comer un chocolate y escuchar música todo el día junto a tí, desnudos de cuerpo y de alma en una cama.
Quiero ir al zoológico, a la playa, al campo de girasoles, a bailar, al cine, a andar en bicicleta. Quiero reírme de mí, de tí, contigo.
Quiero dormir más de 5 horas los fines de semana. Quiero que baje el precio del pan, de la fruta, de la verdura.
Quiero que cuentes conmigo y yo contar contigo.
Quiero besarte, comerte la boca, besar tus besos.
Quiero abrazarte, elevarte, protegerte, abrigarte con mis brazos.
Quiero que me mires a los ojos, que mires mi mirada y vas a ver que te quiero.

Por TJ Gab.

HABLAR DE ELLAS

martes, 16 de octubre de 2007

Nos gusta hablar de ellas porque son la más linda razón por la que hablar.

Hablamos de ellas porque siempre buscamos una excusa para sumergirnos en su mundo, cercano pero desconocido a veces para nosotros, pero siempre misterioso y que nos llama a dilucidar sus secretos.

Nos gusta hablar de ellas porque se nos alegra el día al hacerlo.

Hablamos de ellas porque queremos llegar a su esencia, aunque nuestro intelecto testosterónico nos lo dificulte sobremanera.

Nos gusta hablar de ellas porque cuando pensamos que lo sabemos todo sobre ellas, nos pillamos con más de una sorpresa.

Hablamos de ellas porque nos juramos Brad Pitt o George Clooney o cualquier otro "mino" cuando nos pescan, y se lo queremos contar a medio mundo.

Nos gusta hablar de ellas porque de inmediato recordamos a esa que nos marcó a fuego nuestra existencia, no pudiendo jamás sacarla de nuestra mente.

Hablamos de ellas porque queremos saberlo todo sobre ellas, aunque nos pasemos la vida entera averiguándolo.

Nos gusta hablar de ellas porque así hacemos públicos nuestros deseos de construirles altares, subirles el ego al infinito y más allá, ponerlas en un pedestal y anclarlas allí, defenderlas de cualquier peligro y, al final del día, darles un beso en la frente y decirles que siempre las amaremos.

Hablamos de ellas porque... bueno, porque simplemente nos gusta hacerlo, siempre nos ha gustado y siempre nos gustará. Así de simple. - foto_juan nosé

por TJ Nova.

MI, TARZAN. TÚ, JANE.

jueves, 11 de octubre de 2007

Seamos claros: no sólo somos una tropa de calientes que alabamos mujeres inalcanzables y desagradablemente bellas. No señora, no señor. El Club de Tío Juanito además tiene corazón, porque han de saber que nosotros los hombres no sólo tenemos pene, sino también corazón. Sí, en serio, el corazón no es exclusividad de las mujeres, Jesús y Santa Claus. Algo late dentro de nosotros y no es un caballo (lamentablemente).

Por esa y otras razones, Jane Goodall (wiki) es nuestra chica del mes. Para aquellos y aquellas que no la conocen, les contamos que Jane es una naturalista y primatóloga que se dedicó de por vida a observar y proteger a los chimpancés. Ella es la que descubrió que nuestros primos no sólo servían como extras de Lancelot Link, sino que además ocupaban herramientas para alimentarse e incluso para jugar. Y de paso inicia un instituto fundación para que que no fueran cazados impunemente por monos con fusiles denominados seres humanos, especie extremadamente cruel y ambiciosa.

47 años tras un ideal, tras una causa dura en un país duro como Tanzania. ¿Cuántos hemos durado nosotros en alguna desde la comodidad de nuestra casa? Ah, claro, que ya no hay sueños ni utopías, no te pongai latero como don Francisco con la Teletón. Pero igual. Cortémosla con la apatía.

Vayan para ella y para todas las mujeres del planeta que protegen y no destruyen. Jane Goodall, chica del mes. - foto_campaña de Apple.

por TJ Sanfeliú.

* The Jane Goodall Institute (link)

DIME CÓMO ESCRIBES Y TE DIRÉ QUIÉN ERES

martes, 9 de octubre de 2007

En base a la escritura se han construido infinitos mitos, sobre todo, en cuanto a la personalidad y apariencia de quien sostiene el lápiz o se sienta delante del teclado. La imaginación, sin reconocimiento de género, abriga la secreta esperanza de que tras una pluma atractiva se esconda un misterioso autor que brilla por sus encantos físicos y una personalidad apabullante. El hombre perfecto.

La realidad sin embargo, confirma que muchas veces no es más que un mito, que dicho tipo pareciera no existir y que finalmente tendrá ella que conformarse con un tipo piola que le escribe bonito, que estará lejos de ser lo que ellas llaman un mino, pero del que de todas maneras, terminarán por enamorarse hasta las patas o alejando aunque la culpa no sea de ellos.

Lo cierto es que, como dice el cliché, el papel -o la pantalla- lo soportan todo y es justamente “ésto un ejemplo de aquello” -como diría un ex presidente-. Tipos que escriben de corrido (y bien, en algunos casos) y que se deshacen por las mujeres; que se contentan con dedicarle lindas líneas y cálidos mensajes; sin preguntarles mucho y sin enjuiciarlas; sólo asintiendo con la cabeza sea lo que sea que hagan o digan, eso es adorar, esa es la verdadera fidelidad. ¿Qué más podría querer una donna? Cada día me convenzo de que quieren mucho más que eso, y quizás se lo merezcan.

Los mismos que miraban a las mujeres bailar desde la barra, como dijo un distinguido TJ, hoy optaron por hablarles sin esperar respuesta. Los mismos que no le hablaron a esa chica guapa y desconocida con quien compartieron el asiento del bus, hora y media desde Viña para luego tomar el bolso y simplemente bajarse, vienen a contar lo arrepentidos que siguen estando. Los mismos que no preguntaron la hora a quien habían visto en la universidad y que en medio de la oscuridad del cine se sentó fortuitamente a su lado, no se imaginan qué hacer si les pasara de nuevo. Los mismos que no saben hasta hoy qué diablos preguntarle a la tipa con quien religiosamente se encuentran cada vez que van al gimnasio, porque creen testaruda y prejuiciosamente que el gimnasio no es el lugar donde conocerían a la chica de sus sueños, saben que hoy la verán ahí y difícilmente harán algo.

Esos mismos, son los que se preguntan ¿qué pensaran ellas de ellos? ¿Qué se imaginarán cuando los leen? ¿Será ésta sólo una parada melosa para conseguir popularidad? ¿Será verdad el mito? ¿Minos o piolas? ¿Cómo los prefieren ellas? - foto_donnamarijne

por TJ Ferrari.

LAS COSAS QUE DECIMOS PARA JUSTIFICAR LO QUE NO SABEMOS JUSTIFICAR

jueves, 4 de octubre de 2007

¿Por qué te adoro? Porque tienes la piel suave, porque me gustan tus hombros, porque eres coqueta, porque eres misteriosa, porque tienes curvas, porque te ríes con mis chistes, porque tienes voz sexy, porque te pones nerviosa, porque te tropezaste cuando te acercaste a saludarme, porque eres femenina, porque eres cosquillosa, porque tu boca es seductora, por tu languidez, porque no sabes disimular lo que sientes, porque te delatas, por tus silencios, porque eres linda y no sabes que eres linda.

por TJ Varjak.

MI GUSTO INTRANSABLE

miércoles, 3 de octubre de 2007

Una de las gracias de algunas manifestaciones artísticas no es lo que transmiten, sino cómo tú como observador percibes lo que transmite. De otra forma no se explica cómo una película como El Lado Oscuro del Corazón, y principalmente un poema olvidado de Oliverio Girondo me haya dejado una frase que hasta hoy no puedo sacar de mi cabeza.

Oliverio, el protagonista de la película de Subiela, está en una constante búsqueda por su mujer ideal. Y traduce lo que quiere buscando a la mujer que sepa volar. Si no sabe volar, dice Girondo, "pierden el tiempo conmigo".

Lejano ya de terrenos metafísicos, pasada mi adolescencia, y fundamentalmente en esos momentos donde no tenemos muchas certezas y las que existen se transforman en sufrimiento, me enfrenté a una búsqueda particular. Como cualquier chico de mi edad, en ese entonces me esforzaba en pequeñas escaramuzas que permitieran acercarme más allá de lo que las fantasías lo permitían, a los secretos del género femenino. Y más allá de los tropiezos, y en honor a la verdad casi todos ellos estruendosos fracasos, intuía, sospechaba, que habían cosas que cuadrar, que habían pautas que seguir.

Pasó el tiempo y así las dudas adolescentes dieron paso a la búsqueda de las certezas. Quizás malformado por mis estudios de derecho, recapitulé esos episodios de juventud y luego de un concienzudo análisis, logré saber lo que necesitaba. Misteriosamente, y aún lo ignoraba, una vez más me encontraría con Olvierio Girondo.

Así descubrí que habían cosas que jamás transaría. No eran los pechos, no eran las piernas ni menos las manos de esas chicas que sabia nunca alcanzaría. Me importaba un carajo que fuesen altas, bajas, rechonchas o con un ojo más desviado de lo recomendable. Pero había algo en lo que era irreductible: la nariz.

Así fue como comencé a indagar en mis gustos inconscientes y descubrí que era eso lo que me seducía de primera vista. Y tuve una pequeña sonrisa de satisfacción, tal cuando estábamos en el colegio y aprendíamos la maldita tabla del 9, al descubrir que cada una de las chicas que pasaban a mi lado y de alguna forma me detenía en ellas, era por su nariz. Grande, enroscada, puntuda, redonda, aguileña o respingada. Todas guardan un extraño secreto, que me hace detener la mirada ahí sin poder en modo alguno evitarlo. Es mi talón de aquiles, mi punto ciego.

Y me ha pasado decenas de veces. Conoces a una chica nueva, le das sólo una mirada y ya sabes que no habrá vuelta atrás: intentarás por todos los medios, y aun sin darte cuenta, conseguir su atención, que sonría, que se gire e imaginar la consistencia de ese objeto de fetiche. Y cuando analices eso, te sonrojarás y tal vez incluso le cuentes a tus cercanos de tu obsesión. O, como en mi caso, termines contándoselo a esa chica nueva que conociste alguna vez y de la cual ahora no quieres separarte. Ahí es cuando Girondo se aparece y tienes que darle la razón. - foto_f128

por TJ Claudio.

QUINCE PELAFUSTANES

lunes, 1 de octubre de 2007

Me molesta la gente ordinaria; aquella que, pudiendo hacer las cosas de un modo, las hace de tal manera que sean desagradables para el resto. O, al menos, de una forma que deja ver una nula consideración hacia los demás.

Es lo que me sucede día a día en el metro. Soy de aquellos que usa este medio de transporte de lunes a viernes, a la ida y a la vuelta del trabajo, por lo que en un mes registro la no despreciable cifra de cuarenta viajes. Estoy acostumbrado a subirme en el último vagón porque la gran mayoría de la gente se concentra en los carros del medio, y porque es el que suele quedarme más próximo una vez que ingreso al andén. Pero rotos hay en todas partes y, por supuesto, en todos los vagones.

He dicho que me molesta la gente ordinaria, pero más me molestan aquellos hombres que lo son con las mujeres. Me subo al metro y noto que, de los casi cuarenta asientos que alcanzo a ver, al menos quince están ocupados por personas del sexo masculino, varios de ellos jóvenes o adultos de no más de cuarenta y cinco años. Ejecutivos, oficinitas, juniors… sentados cómodamente con sus maletines sobre las rodillas, mientras cerca de veinte mujeres —algunas de edad ya avanzada— deben aferrarse fuertemente a fierros y plásticos para hacer frente a la desidia y negligencia del chofer de turno y, así, evitar una desastrosa caída.

Es cierto. Ambos, tanto el tipo sentado como la señora que viaja parada, pagaron íntegramente su pasaje y tienen, por lo tanto, el mismo derecho a hacer uso del asiento. Repito: es cierto. No obstante, vivir en sociedad no sólo consiste en cumplir las leyes y exigir los derechos que a cada uno corresponden, sino también en saber convivir y respetar al otro, a ése que vive a unas cuadras de distancia, a ése que tiene su casa en otra comuna, a ése que proviene de otra ciudad, provincia o región. Vivir en sociedad consiste en que el otro te importe y que sus problemas sean también los tuyos, al menos en el sentido de interesarte por sus posibles soluciones. ¿Estaremos pagando las consecuencias de que, en nuestra educación secundaria y superior, el ramo de Educación Cívica tenga un protagonismo igual a cero?

No es concebible que quince pelafustanes no sean capaces de ceder el asiento a aquellos que realmente lo necesitan. Menos todavía si éstas últimas son mujeres, el objeto de afecto de la gran mayoría de los hombres del mundo. - foto_marcelo montecino

por TJ Ifigenio Eñe.

Y TODO COMIENZA

Todos los hombres comenzamos como niños. Juguetones, traviesos, pendientes siempre de la pichanga y los flippers antes que de otras cosas de la vida. Y crecemos.

Y llega el momento en que comenzamos a mirar al lado y... ¿qué es lo que vemos? A aquellas niñas, a las que antes las considerábamos cursis y ñoñas por no querer jugar nuestros juegos, o porque jugaban a otras cosas, no acordes a nuestra básica filosofía de minimachos. Y las vemos crecer con nosotros.

Y nos damos cuenta que algo nos pasa al estar cerca de ellas. Las vemos de una forma distinta, nos fijamos más en lo que hacen, en sus ademanes, en su figura. Las vemos despertar y convertirse en menos niñas y más mujeres. Y nos sentimos embelesados e incómodos, todo al mismo tiempo.

Averiguamos lo que son los besos. Esa forma de contacto con ellas, húmedo y cercano, tierno y efusivo. Y queremos hacerlo, queremos saber qué se siente. Queremos saber si es verdad que en los besos todo desaparece, nada importa más que ese momento. Si de verdad hay magia.

Y lo conseguimos!!!! Ahí, en ese momento, por primera vez en nuestras vidas de niños, lo descubrimos por fin: que sí hay magia, que todo desaparece, que nada en el mundo importa más que ese momento. Y el corazón se nos acelera, las manos nos sudan, temblamos de miedo y emoción al saber que descubrimos que hay vida más allá de los juegos... qué importan los juegos.

Y no queremos parar. Queremos hacerlo por siempre. Son ellas las que nos despiertan, las que nos sacan del infantilismo en el que estamos sumidos y nos llevan hacia territorios desconocidos y excitantes para nosotros. Nos llevan hacia su mundo. Y queremos aprender a consentirlas, a acariciarlas, a comprenderlas, a fijarnos cada vez más en ellas, a nunca dejar de fijarnos en ellas. Todo para volver a sentir esa cercanía, esa humedad, ese sopor placentero que significa volver a unirnos a ellas en un beso.

Y comenzamos a ser menos niños y más hombres. - foto_masdelomismo

por TJ Nova.