En base a la escritura se han construido infinitos mitos, sobre todo, en cuanto a la personalidad y apariencia de quien sostiene el lápiz o se sienta delante del teclado. La imaginación, sin reconocimiento de género, abriga la secreta esperanza de que tras una pluma atractiva se esconda un misterioso autor que brilla por sus encantos físicos y una personalidad apabullante. El hombre perfecto.
La realidad sin embargo, confirma que muchas veces no es más que un mito, que dicho tipo pareciera no existir y que finalmente tendrá ella que conformarse con un tipo piola que le escribe bonito, que estará lejos de ser lo que ellas llaman un mino, pero del que de todas maneras, terminarán por enamorarse hasta las patas o alejando aunque la culpa no sea de ellos.
Lo cierto es que, como dice el cliché, el papel -o la pantalla- lo soportan todo y es justamente “ésto un ejemplo de aquello” -como diría un ex presidente-. Tipos que escriben de corrido (y bien, en algunos casos) y que se deshacen por las mujeres; que se contentan con dedicarle lindas líneas y cálidos mensajes; sin preguntarles mucho y sin enjuiciarlas; sólo asintiendo con la cabeza sea lo que sea que hagan o digan, eso es adorar, esa es la verdadera fidelidad. ¿Qué más podría querer una donna? Cada día me convenzo de que quieren mucho más que eso, y quizás se lo merezcan.
Los mismos que miraban a las mujeres bailar desde la barra, como dijo un distinguido TJ, hoy optaron por hablarles sin esperar respuesta. Los mismos que no le hablaron a esa chica guapa y desconocida con quien compartieron el asiento del bus, hora y media desde Viña para luego tomar el bolso y simplemente bajarse, vienen a contar lo arrepentidos que siguen estando. Los mismos que no preguntaron la hora a quien habían visto en la universidad y que en medio de la oscuridad del cine se sentó fortuitamente a su lado, no se imaginan qué hacer si les pasara de nuevo. Los mismos que no saben hasta hoy qué diablos preguntarle a la tipa con quien religiosamente se encuentran cada vez que van al gimnasio, porque creen testaruda y prejuiciosamente que el gimnasio no es el lugar donde conocerían a la chica de sus sueños, saben que hoy la verán ahí y difícilmente harán algo.
Esos mismos, son los que se preguntan ¿qué pensaran ellas de ellos? ¿Qué se imaginarán cuando los leen? ¿Será ésta sólo una parada melosa para conseguir popularidad? ¿Será verdad el mito? ¿Minos o piolas? ¿Cómo los prefieren ellas? - foto_donnamarijne
por TJ Ferrari.
La realidad sin embargo, confirma que muchas veces no es más que un mito, que dicho tipo pareciera no existir y que finalmente tendrá ella que conformarse con un tipo piola que le escribe bonito, que estará lejos de ser lo que ellas llaman un mino, pero del que de todas maneras, terminarán por enamorarse hasta las patas o alejando aunque la culpa no sea de ellos.
Lo cierto es que, como dice el cliché, el papel -o la pantalla- lo soportan todo y es justamente “ésto un ejemplo de aquello” -como diría un ex presidente-. Tipos que escriben de corrido (y bien, en algunos casos) y que se deshacen por las mujeres; que se contentan con dedicarle lindas líneas y cálidos mensajes; sin preguntarles mucho y sin enjuiciarlas; sólo asintiendo con la cabeza sea lo que sea que hagan o digan, eso es adorar, esa es la verdadera fidelidad. ¿Qué más podría querer una donna? Cada día me convenzo de que quieren mucho más que eso, y quizás se lo merezcan.
Los mismos que miraban a las mujeres bailar desde la barra, como dijo un distinguido TJ, hoy optaron por hablarles sin esperar respuesta. Los mismos que no le hablaron a esa chica guapa y desconocida con quien compartieron el asiento del bus, hora y media desde Viña para luego tomar el bolso y simplemente bajarse, vienen a contar lo arrepentidos que siguen estando. Los mismos que no preguntaron la hora a quien habían visto en la universidad y que en medio de la oscuridad del cine se sentó fortuitamente a su lado, no se imaginan qué hacer si les pasara de nuevo. Los mismos que no saben hasta hoy qué diablos preguntarle a la tipa con quien religiosamente se encuentran cada vez que van al gimnasio, porque creen testaruda y prejuiciosamente que el gimnasio no es el lugar donde conocerían a la chica de sus sueños, saben que hoy la verán ahí y difícilmente harán algo.
Esos mismos, son los que se preguntan ¿qué pensaran ellas de ellos? ¿Qué se imaginarán cuando los leen? ¿Será ésta sólo una parada melosa para conseguir popularidad? ¿Será verdad el mito? ¿Minos o piolas? ¿Cómo los prefieren ellas? - foto_donnamarijne
por TJ Ferrari.
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