N. del E. TJ no sólo habemus en Chile. Argentina es la cuna de grandes TJs. He aquí una muestra en palabras del escritor Alan Pauls.
- ¿Qué le debes a las mujeres de tu vida?
Probablemente les debo casi todo. Siempre me intrigó de una manera casi sobrenatural el modo en que las mujeres piensan el mundo, viven el mundo, miran el mundo... Y en un punto las considero como marcianas, son como lo otro absoluto, en relación conmigo, con los hombres... y siempre fueron para mí como un objeto de análisis, de curiosidad. Cuando mi mujer quedó embarazada y me enteré que iba a tener una hija dije: ¡esta es la mía!, ¡voy a ver cómo se forman! (lo dice frotándose las manos). Uno ve siempre a las mujeres ya formadas, incluso cuando tenés cuatro años y te las encontrás en el jardín de infantes o en la plaza, ya las ves formadas, no sabés muy bien cómo llegaron ahí. Así que cuando me dijeron que sería una nena pensé que iba a estar muy cerca del secreto, de ver cómo se forma el secreto. Y por supuesto, las mujeres son tan geniales que ni siquiera un bebé te muestra el secreto. Te lo muestra, y cuando vos querés agarrarlo, te lo quita. Después empiezan a crecer, y la narrativa del crecimiento es tan genial que ya te olvidás de que lo que querés es el secreto, lo único que querés es ser atontado, narcotizado. O sea que todo eso fue fallido, pero creo que a mi pobre hija también la estoy convirtiendo desde hace rato en un objeto de análisis. Me parece que les debo casi todo porque son la diferencia, y asomarme a esa diferencia para mí es una experiencia genial. Nunca en la vida me aburrí con una mujer, puedo haber odiado a mujeres, me pueden haber maltratado, puedo haber sufrido, pero nunca tuve una experiencia de tedio con una mujer. Puede sonar como abusivo lo que digo, como que las uso, pero creo que las relaciones entre los hombres y las mujeres son un poco así.
“Somos una obra de arte”, entrevista a Alan Pauls por Andrea Stefanoni y Damián Lapunzina.
por TJ Varjak.
- ¿Qué le debes a las mujeres de tu vida?
Probablemente les debo casi todo. Siempre me intrigó de una manera casi sobrenatural el modo en que las mujeres piensan el mundo, viven el mundo, miran el mundo... Y en un punto las considero como marcianas, son como lo otro absoluto, en relación conmigo, con los hombres... y siempre fueron para mí como un objeto de análisis, de curiosidad. Cuando mi mujer quedó embarazada y me enteré que iba a tener una hija dije: ¡esta es la mía!, ¡voy a ver cómo se forman! (lo dice frotándose las manos). Uno ve siempre a las mujeres ya formadas, incluso cuando tenés cuatro años y te las encontrás en el jardín de infantes o en la plaza, ya las ves formadas, no sabés muy bien cómo llegaron ahí. Así que cuando me dijeron que sería una nena pensé que iba a estar muy cerca del secreto, de ver cómo se forma el secreto. Y por supuesto, las mujeres son tan geniales que ni siquiera un bebé te muestra el secreto. Te lo muestra, y cuando vos querés agarrarlo, te lo quita. Después empiezan a crecer, y la narrativa del crecimiento es tan genial que ya te olvidás de que lo que querés es el secreto, lo único que querés es ser atontado, narcotizado. O sea que todo eso fue fallido, pero creo que a mi pobre hija también la estoy convirtiendo desde hace rato en un objeto de análisis. Me parece que les debo casi todo porque son la diferencia, y asomarme a esa diferencia para mí es una experiencia genial. Nunca en la vida me aburrí con una mujer, puedo haber odiado a mujeres, me pueden haber maltratado, puedo haber sufrido, pero nunca tuve una experiencia de tedio con una mujer. Puede sonar como abusivo lo que digo, como que las uso, pero creo que las relaciones entre los hombres y las mujeres son un poco así.
“Somos una obra de arte”, entrevista a Alan Pauls por Andrea Stefanoni y Damián Lapunzina.
por TJ Varjak.
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