N. del E.: Porque en esta bitácora no sólo nos dedicamos a adorarlas, también las extrañamos.
Después de una separación lo mas difícil es despertar y por primera vez, ver la otra almohada inmaculada, sin arrugas ni pequeña manchas de escupo. Te das cuenta que tu dormir de antes no fue más que una acción mecánica. Esta vez no hubo pies arriba de los tuyos, monólogos nocturnos, vueltas repentinas, algunos golpes involuntarios y obviamente los actos de amor. El plumón es suizo, neutral; hasta te alcanza para cubrirte entero. Las sabanas no te dejan imaginar nada, no hay ningún centímetro de un cuerpo femenino que se deje pintar de algún color, ninguna forma que sobresalga, ninguna horma. Ni siquiera quedan pelos sueltos. No hay más olores que contribuyan a tu despertar, faltan el aroma del café, del pan quemándose, del desodorante y de los alientos a veces vueltos metálicos por el vino. Faltan conversaciones y rituales, identidad y espíritu familiar. El ánimo está bien, sin pena y en paz, sin embargo recuerdas a John Fante, un extracto de la Cofradía del Chianti, que alguna vez hasta te tomaste la molestia de aprender de memoria y que mas o menos dice:
Estaba cansado de carretes y fiestas, del pool, de hablar estupideces con un shop en las manos con tus amigos, de huir con acompañantes entre frutales aislados, de manosear faldas y calzones, de manosear en vano. Las mujeres eran bellas pero exigentes y uno, a los veinte años se enoja fácilmente, piensas que las mujeres son dulces y remisivas, sin embargo te das cuenta que son gatas de la calle y entonces empieza a buscar comprensión entre las camboyanas, que son menos mentirosas y si uno tiene suerte, también aprende a leer.
Tampoco tu cama es más la misma. Una cama media llena es la invitación a salir, a cuidar más tu cama y tu vida; y hombre o mujer que sea, a seguir aprendiendo a leer, quedándote esta vez, en un una cama media llena, un nuevo mundo donde poderse conocer. Individualmente, antes que de a dos. - foto_david nicholai
Después de una separación lo mas difícil es despertar y por primera vez, ver la otra almohada inmaculada, sin arrugas ni pequeña manchas de escupo. Te das cuenta que tu dormir de antes no fue más que una acción mecánica. Esta vez no hubo pies arriba de los tuyos, monólogos nocturnos, vueltas repentinas, algunos golpes involuntarios y obviamente los actos de amor. El plumón es suizo, neutral; hasta te alcanza para cubrirte entero. Las sabanas no te dejan imaginar nada, no hay ningún centímetro de un cuerpo femenino que se deje pintar de algún color, ninguna forma que sobresalga, ninguna horma. Ni siquiera quedan pelos sueltos. No hay más olores que contribuyan a tu despertar, faltan el aroma del café, del pan quemándose, del desodorante y de los alientos a veces vueltos metálicos por el vino. Faltan conversaciones y rituales, identidad y espíritu familiar. El ánimo está bien, sin pena y en paz, sin embargo recuerdas a John Fante, un extracto de la Cofradía del Chianti, que alguna vez hasta te tomaste la molestia de aprender de memoria y que mas o menos dice:
Estaba cansado de carretes y fiestas, del pool, de hablar estupideces con un shop en las manos con tus amigos, de huir con acompañantes entre frutales aislados, de manosear faldas y calzones, de manosear en vano. Las mujeres eran bellas pero exigentes y uno, a los veinte años se enoja fácilmente, piensas que las mujeres son dulces y remisivas, sin embargo te das cuenta que son gatas de la calle y entonces empieza a buscar comprensión entre las camboyanas, que son menos mentirosas y si uno tiene suerte, también aprende a leer.
Tampoco tu cama es más la misma. Una cama media llena es la invitación a salir, a cuidar más tu cama y tu vida; y hombre o mujer que sea, a seguir aprendiendo a leer, quedándote esta vez, en un una cama media llena, un nuevo mundo donde poderse conocer. Individualmente, antes que de a dos. - foto_david nicholai
por TJ Sante Di Cintio.
|